martes, 8 de enero de 2008

CANALIZAS LA IRA

CANALIZAR LA IRA
A pesar de su mala fama, la ira es una emoción muy valiosa; nos avisa de nuestras necesidades no satisfechas y nos proporciona la energía necesaria para cambiar esta situación. Pero, si no sabemos gestionarla, estalla sin control.
El secreto está en aprender a usarla a nuestro favor, sin dejarnos llevar por ella ni reprimirla.
Reprimir la ira, además de no ayudarnos, puede perjudicarnos si se gira en contra nuestra. Interiorizar la rabia puede
provocar depresión, ansiedad y enfermedades psicosomáticas, pues en lugar de utilizar la energía para afrontar adecuadamente una situación conflictiva, nos la ponemos en contra. Para no ser víctimas de nuestra rabia, hay que saber enfocarla a su verdadera causa.
Otra forma nociva de gestionar la rabia reprimida consiste en desplazarla de la situación donde se originó a otra en la que nos es más fácil gestionarla.
Así , por ejemplo, en vez de enfadarnos con nuestro jefe, que es el responsable de nuestro malestar, nos enfadamos con nuestro compañero de trabajo o con nuestra pareja. Podemos "descargar" nuestro enfado pero a costa de dañar áreas de nuestra vida que
funcionaban correctamente. Además, dejamos sin solucionar aquello que realmente nos está perjudicando.
No obstante, tanto si interiorizamos la rabia y dejamos que se acumule como si la desplazamos, es indispensable identificar lo que nos causa malestar para reconducir la situación.
Muchas personas tienen miedo a mostrar su rabia porque piensan que resultarán autoritarias y antipáticas, y por tanto, que serán rechazadas. Creemos, generalmente de forma inconsciente, que sentir rabia es incompatible con ser apreciado y querido.
Pero podemos sentir rabia y simplemente reflexionar sobre aquello que nos la provoca. No hace falta actuar de inmediato, de hecho, es mejor esperar hasta comprender la mejor manera de afrontar las causas de nuestro enfado. Conviene ser conscientes de que la rabia no es una emoción negativa sino que nos ayuda a hacer valer nuestros derechos y a cubrir nuestras necesidades.
Reconocer la ira es el primer paso para saber cómo canalizarla, ya que reprimirla nos predispone a sufrir ataques de rabia. Si aguantamos situaciones que nos parecen injustas, llegará un momento en que nos sentiremos muy dolidos, superaremos el límite de lo que podemos soportar y explotaremos. En estas situaciones extremas, la ira acumulada es tan grande que resulta difícil de manejar.
Sale impulsivamente, sin la mediación de la razón, por lo que puede ser dañina tanto para nosotros como para los demás. Además como el enojo surge de golpe, nos deja desorientados.
Por eso es necesario no esperar a que se acumule la ira, aceptarla, comprender los motivos que han podido generarla y actuar para mejorar nuestra situación.
Algunas personas se resisten a aceptar su ira porque les hace sentir culpables. Adoptan una actitud victimista que no les ayuda a asumir la parte de responsabilidad que tienen en relación a lo que les está ocurriendo.
La educación tiene un papel preponderante a la hora de aprender a controlar la ira. Es necesario preservar la conciencia innata de los niños ante las ofensas o amenazas del entorno, así como las necesidades no satisfechas. También debemos enseñarles maneras apropiadas de defenderse o hacer valer sus derechos: hablando, denunciando hechos injustos, pidiendo ayuda a personas que
los entiendan y los apoyen.
Es básico hacer entender a los niños que las personas no son malas por sentir ira y encauzarla a su favor. Lo malo es agredir y hacer
daño al otro.
Ya sabemos que la ira es una emoción que en los seres humanos puede ser compleja. Cuando la controlamos tanto que la reprimimos,
su energia puede desequilibrar nuestra salud y nuestras relaciones. Pero si la exteriorizamos sin control, actuamos impulsivamente y luego
nos arrepentimos.
Cuando te sientas enojado, puede resultar muy positivo que te preguntes cúanto dolor o cuánto miedo contiene la ira que estas sientiendo. La ira actúa como defensa ante sentimientos que pueden ser más dolorosos para la persona que los siente. Identificar esto ayuda a atenuar la rabia.

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